No conocía a nadie, aquella ciudad era algo nuevo para él. Jamás había estado en una ciudad, sentía miedo, caminaba desnudo y la gente se fijaba en él; los oía hablar pero no les entendía, se reían de él. El número aumentaba, cada vez eran más los que había a su alrededor, había una casa que a él le daba un miedo terrible; su ropa, era una masa uniforme de pelo. De repente, sintió una escalofriante sensación... vio la realidad... rió... ¡Eran gatos!... Tuvo una gran sensación de alivio. Se alejó corriendo y entró en su madriguera. Era la primera lagartija que había visto el mundo de los gatos.